domingo, 30 de agosto de 2015

Continuidad.

Quería romper todas las barreras que dividían las etapas de su vida. Se dio cuenta de que, si no quería vivir en pasado, tenía que convertir toda su vida en presente.
Así comenzó a apreciar el valor de la continuidad. Dejo de pensar en sí misma como si tuviera múltiples versiones, y las  unió todas en una. Nunca se había sentido tan ella misma. Recopilo todos sus momentos amargos e hizo uno. Rompió a llorar y estuvo a punto de abandonar. Pero entonces, al unir todos los felices, encontró el sentido y respiró la vida como nunca antes lo había hecho.

Lo que ocurre con  las etapas es que nos obligan a clasificar nuestra vida, y no nos dejan apreciarla en todas sus formas. Creemos que sirven para avanzar pero en realidad, el avance está en la continuidad y no en la separación de episodios.