Nos creímos invencibles.
Convertimos Diciembre en primavera, después de un verano en el que no paró de
llover. Confiamos en esa perfección, en esa comodidad, tanto que pensamos, que
por muy fuerte que viniese el viento, jamás se nos iba a escapar. Nos convencimos
de que no queríamos que algo cambiase. Nos gusta el equilibrio. Y los cambios…
los cambios dan mucho miedo. Dejamos así correr el tiempo, entre miedos
disfrazados de sonrisas que parecían infinitas. Te empape de mis tristeza, para
que la trasformáramos entre los dos. Pero para entonces, yo ya había dejado de
creer en el equilibrio. Ya no tenía
miedo a los cambios. Ahora ya no. Así que aspire la vida con fuerza, y supe que
quería mas. Nos lo merecíamos.
Comenzaron así
las despedidas. Demasiadas despedidas. Demasiados intentos. Rencor y amor presionándonos
el pecho, vigilados por los cristales empañados de tu coche, que bien podían ser
nuestros ojos. Somos canciones que ya no llegan. Y en un abrazo que parecía querer mantenernos
en pie, nos congelamos. Vuelve el invierno, ahora en plena primavera.
Siempre nos
gusto ser distintos. Siempre ganamos en eso de quitarnos la vida. Y volvérnosla
a dar.
Siempre has
estado en todas mis palabras. Por eso vuelvo, para poderlo cambiar...
Bonito!
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