Que se rompa el aire.

                A veces me pregunto porque nos hemos buscado esto. Porque llegamos a ser uno y porque dejamos de serlo. Me pregunto de que sirve sentir, hacer de tu oxigeno la vida de otra persona, si luego, te olvidas de respirar. Si luego te ahogas. Te ahogas y te vas.

                Me fui despavorida, con mis dudas a cuestas, con  tu “te iba a perdonar”  pitando en los oídos. Me fui muy lejos de la calle de al lado, de las cortinas medio rojas, de ti. Si no hubiéramos sido nosotros no tendría que haberme ido. Joder. Que de veces me he marchado. Que de veces me he olvidado de respirar. Tantas… y nunca del todo. Si no hubiéramos sido nosotros… Ahora podría bajar la guardia. Y no pensaría en el nombre de África, ni en la caja con tus cartas que me grita desde el fondo del armario. No sentiría como se me quema el pecho cada vez que veo una sudadera azul. Ingenua de mí, me creía  a un paso de liberarme al fin. De coger aire. Un aire nuevo, que trae nuevas palabras dichas por unos ojos color miel. Que bonito. Que bien. Que ilusión.. ¿Ilusión? Si, la ilusión no vale nada cuando necesitas decir “te quiero” y no tienes a quien. Sino hubiéramos sido nosotros… quizá… Quizá le escribiría a esos nuevos ojos color miel.