Atento. Conoce a mis fantasmas, los que se enredan entre mis sabanas cuando
aprieta el frio. Y me congelan. Y trepan
por mi pelo mientras me ven dormir, lloviendo. ¿Podrás curarles el insomnio? Es
la hora de dormir.
Ahora, busca mis ganas escondidas. Escondidas en mis manos. Inquietas. Encuentra
mis ganas de matar a la monotonía. Utopía. Búscame.
Desordéname. Y con tu pecho palpitando, con la incertidumbre de mi futuro
incierto, unido a un pasado que lo es aún más, vamos a volar. Estas loca,
dices. Sonríes con picardía. Te veo. Oigo a tu corazón. Grita a tu orgullo,
ajeno a cualquier revelación. Me grita a mí.
Me asusto y escapo. Y tan solo es una imaginación con sabor a ti. ¡A nadie
se le ocurre salir a pasearse por la realidad a estas alturas! No estoy tan
loca… O quizá si.
Estoy esperando. Esperando impaciente lo que menos quería. Espasmos y
contracciones. El olor... Y tu maldito y palpitante corazón bajo mi almohada. Acabaremos
matándonos. Siempre pasa eso. Éxtasis y fin.
Estrangula mis impulsos de decirte que... No sé. Porque esto es un no sé qué. Un no sé tan
claro que casi me pierdo. ¡Oh vaya, desaparece! O quédate.
Todo lo que sucede entre las sabanas se parece un poco a la muerte ¿Acabaremos matándonos? Pues si, de eso se trata. Y también acabaremos resucitando, porque la de las sabanas es una muerte que no es la verdadera muerte, solo se le parece bastante. (Éxtasis, fin y resurrección)
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