domingo, 24 de febrero de 2013

Soldado valiente que temes más al amor que a la muerte


Cuando era pequeña iba todos los Domingos al campo. Allí todo es tan ajeno a todo que resulta desconcertante. El tiempo no corre. Solo corre el aire. Como el que hay entre los dos, pero eso es otra cosa.  Cambiar de aires, eso es. En esos paraísos verdes perdidos en ninguna parte a los que me llevaba mi padre, podía imaginarme  lo inimaginable. Y creérmelo. Por eso siempre me creía que detrás de cada colina, de cada montaña, había otro mundo, diferente a cualquier otra  cosa que hubiera podido ver antes. Corría por esos misterios inclinados del terreno que se me antojaban puertas al infinito, a las nubes, al cielo, que hoy, con unos cuantos inviernos más sobre mis hombros, seria tu espalda. Así que, ¿por qué no hacemos de este Domingo, un Domingo de imposibles? Si me permites… quiero caminar de puntillas por el cielo de tu espalda... 

1 comentario:

  1. Esto podría ser el comienzo del primer capítulo de un libro... :P

    ResponderEliminar