Eres la vida que se derrama por mis manos, cuando me abandono en tu cama,
con las palmas hacia arriba, y dejo que leas mi futuro en las líneas, esperando
que lleven tu letra.
Eres todas mis ganas contenidas en retener el impulso de no matarnos en tu
pecho (a mi, y a mis miedos) cada vez que me apartas la mirada y siento que no
me sientes tuya.
Eres todas las razones que me sobran para encuadernar cada uno de tus
silencios y creerlos palabras que lloran las sonrisas de tus comisuras al contar
nuestra historia sin poder encontrar un final. Ni inventarlo. Ni reinventarnos.
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