El tiempo es indefinible, el tiempo es rapidez, len-ti-tud, miedo, correr.
El que no espera. El que olvida, o mas bien engaña. El tiempo es el tren que
nunca cojo, por miedo a llegar, por miedo a que el siguiente segundo en el que
me toque bajar no lleve tu inicial.
Es querer romper todos los relojes que meten prisa a este rato que es mi
vida, para poder alcanzarnos cuando caemos en tus precipicios. En mis abismos.
Para poder colarme bajo tus parpados mientras duermes y que me cuentes como vencimos
en esa batalla contra las horas,
los días,
los meses,
los años, en tu habitación.
Es el miedo de que deje de pasar por tu pupila, reflejada en la mía, la
rapidez en la que nos lleva la vida. De que el tiempo pase a ser demasiado
lento, y ya no tenga palabras para abordar tantos minutos.
Los minutos que no llegan a segundos si los cuento en función de tu respiración
respirándome la vida por la nuca.
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