A veces las personas nos esforzamos por cambiar tanto que nos olvidamos de
que era lo que había que cambiar. Y de pronto, aquello que había que dejar atrás
se convierte de nuevo en tu presente más absoluto, y quieres que lo sea, joder.
Pero tienes que cambiar. ¿Y cuál es esa fuerza ajena que te impide el
retroceder y quedarte dónde estabas? ¿Por qué razón nos exigimos tanto a
nosotros mismos? Hacemos listas con propósitos absurdos que no vamos ni queremos
cumplir, aminoramos nuestra felicidad con cosas que no nos gustan y nos ponemos
metas inalcanzables, porque es lo que hay que hacer. Porque todo el mundo
estará contento de que lo hayamos conseguido, pero ¿qué hay de esa persona que
vemos todos los días delante del espejo?
Dedicamos demasiado tiempo a pensar en lo que debemos hacer y rellenamos
nuestra existencia de “tengo que..”. No
digo que dejemos de hacer cosas, que no nos esforcemos, que no intentemos
cumplir nuestras metas. Pero siempre que esas metas sean realmente lo que
queremos.
No seamos tan racionales, tan correctos y dejemos paso a la improvisación,
y será ahí, cuando por fin, nos guiaremos por lo que nos hace felices, a
nosotros.
Basta ya de listas por cada año nuevo y comencemos a vivir.
Ya lo dijo Dumbledore... No conviene deleitarse en los sueños y olvidarse de vivir.
ResponderEliminarPrecioso blog :)
ResponderEliminarEspero pasarme seguido, ya que he vuelto a blogger.
Te dejo mi rinconcito por si queres mirar http://bonjoursamy.blogspot.com.ar/ :)
Besos!
Que bonito tu blog!
ResponderEliminar¡Genial tu blog!
ResponderEliminarUn saludo
La razón es la mejor improvisación... Pensarlo tanto, mientras tanto, no...
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