martes, 5 de marzo de 2013

Un duelo salvaje advierte...


Eres como el cambio de estación. Como el paso de la primavera al verano. O del otoño al invierno. Un día noto un poco de brisa jugando con mi pelo, tranquila, y al día siguiente me congelo(as). O  me asfixio. Y da igual que me ponga mis jerséis de lana o me pierda entre el edredón, porque no hay calidez. No hay abrazos que se ajusten a la perfección a cada milímetro de mie cuerpo y me deshielen. ¿Lo harías? Te espero… Luego está el verano. Y soy agobio, ansiedad. Sin salida. Soy yo, tumbada en el suelo buscando ese aire de estar tumbada contigo en la hierba húmeda que me deja respirar. Tu mano en mi pecho: mi oxígeno. Eres como un cambio de estación. Eres mi estación de ida, y de llegada.
Apareces cuando desespero, no cuando te espero. Pero no de una manera física o real. No te veo, no me ves. Te miro. No apareces frente a mi casa. No me dices que nos vayamos, que no hablemos. Que seamos nosotros a los 16 años, sin pensar en ti, en mí. Pero apareces. Estas en los acordes de las canciones que me han visto crecer. Como me has visto tu. Estas en mis nuevas historias, aunque tú no lo sepas. Estas en mi ropa. En las costuras de mis sabanas. Estas en el maldito momento en el que me llega el olor de tu colonia por la calle. Estas en mis peores días. Estas porque no se me olvida que nadie me entiende como tú. Nunca dejaras de ser mi libro favorito antes de dormir. Mi poesía. Mi antipoesía. Mis miedos. Mi utopía. Estas en mí. En los años que me robaste, y los que me estas robando ahora, aunque sea ausente. En mi misma.
Llegas de pronto. Y ni si quiera te das cuenta. Se disimular. Siempre se me ha dado bien el no demostrar suficiente contigo, pero luego, notar el corazón latiéndome en la garganta cada noche. Ya me conozco la sensación. Un día me suena Wish you were here de Pink Floyd y solo me apetece coger el teléfono y pedirte que me hagas cerrar los ojos. Y volar. Ahí es cuando ya estoy jodida. Porque lose.
¿Qué que sé? Que nunca vas a dejar de desordenar mi calma. Que a veces, me sorprendo creyéndome esa historia que dice que existe ese alguien con el que naces conectado, al que siempre perderás… Luego, me siento ridícula al pensar que aún tenemos algo que perder. Y sigo jodida. Mas.
Quizá seré capaz de no escribirte cuando realmente no necesite decir en voz alta que me sigues consumiendo para llegármelo a creer. Cuando este duelo ya no me advierta de que sigues queriendo entrar.
Cuando no espere, como hoy, que vengas a explicarme el mundo. 


1 comentario:

  1. Gracias por tu comentario!
    Ya tienes el título para tu libro: "Palabras que abrazan"... O puede ser: "Palabras que abrasan"... O pueden ser los dos títulos al mismo tiempo. Se pueden dibujar superpuestas la "z" y la "s" y quedaría "abrazan", de abrazar, y "abrasan", de quemar. :P
    Pensé y pensé en escribir algo sobre esta entrada que acabo de leer, y la verdad es que con cualquier cosa que diga, la arruinaría. Es sencillamente preciosa.

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