Mientras vivimos

Cada uno de los meses que llevo sin escribir(te) tienen una razón que se resume en tu, nosotros, el. Todos la misma persona. Mira que es triste que un tú, que desembocó en una bonita y extraña versión de nosotros, acabe siendo tan impersonal. Es devastador, si lo pienso, que yo, decidiera tirarme por tu precipicio, agarrándome a tus dudas como si fueran certezas, y me creyera con el poder suficiente como para salvar tantos sentimientos carentes de vida. Menudo suicidio, vaya.

Aun no entiendo que es lo que nos lleva a seguir coincidiendo. Quizá, solo tenemos que esperar a chocar tanto que acabemos desintegrándonos. Y quizá, solo quizá, así, no volveremos a coincidir jamás. Ni a dolernos. Vaya lio. Y yo, mientras, sigo siendo desastre. Por si acaso vuelves, y me quieres arreglar. Sigo perdiendo ganas, pero ganando pérdidas. Y joder, como quema querer como no te quieren.  El karma dicen. Ya ni me sorprendo  si me lo acabo creyendo.

Ya he perdido la cuenta de las veces que he soñado que volvemos a ser perpendiculares. Y quien sabe si un día de estos, cojo un lápiz y trazo una línea nueva. A ver si nos volvemos a cruzar. Estas avisado. No quiero sorprenderte olvidándome. No quiero que me descubras esperando(te). A ti. Porque ya nadie quiere, ni besa, ni (me) espera(s). Y a los que lo intentan, no les creo. Ya sabes, por si acaso decides dejar de perderme. O por si dejo de hacerlo yo.

Si me encuentras, dímelo, y me traes de vuelta. Que, a veces, también me espero, ya sabes, cuando me da por quererme más, y quererte menos.

Por último, me queda decirte que hablar mucho del fin no hace que duela menos, sino que duela durante más tiempo, y que, por si lo dudabas, si, me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos.